martes, 19 de mayo de 2009

Robert Fulghum y Ester Feliciano Mendoza: Todo lo aprendí en Kindergarten


Un día corriente pero no tan común durante el verano de 1996, estaba viendo televisión mañanera junto a mi hermana Kristina (q.e.p.d) y unos cuantos más en una sala de espera del hospital MD Anderson en Houston.  Esto fue mientras acompañaba a Kris a una cita médica en dicha clínica de cáncer.  Entre ansiedad y aburrimiento, todos los que allí estábamos fuimos hechizados por un reportaje que emergió en pantalla sobre el escritor Robert Fulghum, autor del libro “All I Really Need to Know I Learned in Kindergarten” (Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en párvulos).

El silencio casi absoluto que había en la sala se fue inundando con murmullos, risas comedidas y exclamaciones sigilosas en reacción positiva al reportaje sobre Fulghum y sus doctrinas.  Esa misma tarde, en nuestra visita cotidiana a la librería Barnes & Noble (Llegué a pensar que lo de “Noble” era porque permitían a los clientes leer sin comprar y encima ponían butacas cómodas.  Entonces, no conocía todavía este generoso concepto ya que Borders no había llegado a Puerto Rico) fui derechita a buscar el libro y tuve mi primer encuentro con este ameno escritor texano nacido en 1937 que es todo un “personaje renacentista”:  Fue ministro de la Iglesia Cristiana Unitaria por 22 años y también es un reconocido pintor, escultor, maestro, músico violoncelista, teólogo y filósofo autoproclamado, entre otros intereses como eterno aprendiz de tango.  Fulghum vive actualmente entre sus dos residencias en Seattle, Washington y la isla griega de Creta.

Comparto con ustedes el siguiente segmento que resume la esencia del libro “All I Really Need to Know I Learned in Kindergarten” y que me tomé la libertad indiscreta de traducir:

Todo lo que realmente necesito saber sobre cómo vivir, qué hacer y cómo ser lo aprendí en el colegio de párvulos.  La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la universidad, sino en la caja de arena del Kindergarten.

Estas son las lecciones que aprendí

o   Compartan todo.

o   Jueguen justo.

o   No le peguen a las personas.

o   Devuelvan las cosas al lugar donde las encontraron.

o   Limpien su propio desorden.

o   No tomen objetos que no les pertenecen.

o   Pidan perdón cuando hieran a alguien.

o   Lávense las manos antes de comer.

o   Halen la cadena.

o   Las galletitas calientes y la leche fría les harán bien.

o   Vivan una vida balanceada:

·        Aprendan algo, piensen algo, dibujen, coloreen, canten, bailen, jueguen y trabajen algo cada día.

o   Tomen una siesta todas las tardes.

o   Cuando salgan, vigilen el tráfico, agárrense de las manos y permanezcan juntos.

o   Sean conscientes de lo maravilloso:

·        Recuerden la pequeña semilla que plantaron en el frasco del salón, que las raíces crecen hacia abajo y las plantas hacia arriba y nadie realmente sabe cómo o por qué, pero todos somos así.

o   Recuerden que los peces “goldfish”, conejillos de Indias, ratoncitos blancos y hasta la semilla del frasco, todos mueren y nosotros también lo haremos algún día.

o   Y recuerden los libros de “Dick-and Jane” y las primeras palabras que aprendieron – y la palabra más larga de todas: MIRA.

Todo lo que necesitas saber está aquí entre alguna de estas enseñanzas:  Desde la Regla de Oro o ética de la reciprocidad, Trata a tus semejantes como quisieras ser tratado,  hasta lo más simple y complejo - desde amor a higiene básica, a ecología y política, hasta igualdad y todo para una vida sana y lúcida.

Toma cualquiera de los puntos, extrapólalos a un término sofisticado y adulto y aplícalo ya sea a tu vida familiar, laboral, al gobierno o a tu mundo y verás que se mantiene claro y firme. Piensa cuán mejor podría ser el Mundo si todos tuviésemos galletitas calientes y leche fría todos los días a las tres de la tarde y luego nos pudiésemos acostar arropados con nuestras frisitas para tomar una siesta.  O cuán mejor sería el Mundo si los gobiernos honraran políticas tan simples como devolver las cosas al lugar donde las encontraron y limpiar su ropio desorden.

Y todavía continúa siendo cierto, que no importa cuánto tiempo haya pasado ni cuán mayores seamos, siempre es mejor salir agarrados de manos y manteniéndonos juntos.

La lectura gratuita de Fulghum, cortesía de Barnes & Noble, llenó de color mis tardes grises en Houston, pero no fue necesaria para asimilar que doña Ester, mi maestra de Kindergarten, fue una de las personas más influyentes en mi vida.  Ahora sí, el libro me ayudó a valorar más aún mi experiencia en el colegio de párvulos, además de mi relación con mi maestra y mis compañeros de Kínder y a entender por qué esta mujer fascinante me marcó tanto.

Durante toda mi vida, he llevado a doña Ester en mi corazón. Sólo tenía cinco años cuando la conocí por primera vez, pero por alguna razón, nunca olvidé su rostro,  su voz y los rincones coloridos de su salón de clase. Tenerla como mi primera maestra fue maravilloso y un verdadero privilegio ya que doña Ester no es otra que la profesora Ester Feliciano Mendoza, Ph.D. (q.e.p.d.) y mi Kínder, nada menos que Tinayarí, su escuela de párvulos y musa de tantas creaciones literarias infantiles. Doña Ester, que era tan madre como maestra, fue como una manta suave y tibia que arropó mis cinco sentidos con su cariño, lecciones, poesías, canciones, relatos, arrullos para la siesta y no tan bienvenidos remedios caseros.

Tuve la oportunidad de visitar a doña Ester poco antes de que falleciera en 1987 junto a mi prima Yanira Fernández y otros compañeros entrañables de Tinayarí, entre estos Rafin Moreno, cuya madre Rositín fue quien tuvo la iniciativa.  Cuando llegamos a su hogar, pude reconocer los olores de Tinayarí y que ya adulta, pude distinguir como menta, azahar, hierba buena, eucalipto y pacholí.  Doña Ester nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja y en su perfecta dicción, enérgico tono de voz  y característica elocuencia nos agradeció, y a nuestros padres, la oportunidad que le dimos de ser nuestra maestra. Me conmovió la humildad de esta aguadillana, doctora en Filosfía y Letras, que recorrió Puerto Rico de Oeste a Este y de Norte a Sur entregada en cuerpo y alma a su vocación de enseñar e inculcar valores a miles de niños puertorriqueños.  Conversamos un largo rato con ella y su hija Yalí y compartimos anécdotas y momentos inolvidables como la vez que fingí tener dolor de barriga para que Mami me fuese a buscar más temprano, pero doña Ester “me lo curó” con un brebaje casero de hierbas aromáticas y medicinales del cual sí quisiera olvidar el sabor.  Pero el recuerdo que más atesoro de esa velada y lo que más me satisfizo fue que al despedirnos, pude darle un abrazo y un beso y murmurarle al oído: “Gracias, doña Ester”.

No sé si es casualidad, coincidencia u otra manifestación maravillosa como la semillita que germina en el frasco de Fulghum, pero en 2006, el mismísimo año que mi esposo y yo adoptamos a nuestra adorada hija en Colombia, la casa editora puertorriqueña Ediciones Puerto y los herederos de Ester Feliciano Mendoza sin saberlo nos hicieron un fabuloso regalo de bienvenida a la bebé al reproducir y lanzar al mercado una nueva colección infantil de los cuentos y poesías de doña Ester.  Un día glorioso me topé con los primeros dos ejemplares: Coquí e Ilán Ilán, mientras paseaba habitualmente por Borders, la competencia de Barnes & Noble.

Esa primera noche que abrí el libro Coquí en el cuarto de mi hija, que todavía era una bebita, sentí que me transportaba a Tinayarí.  En medio del friíto de aire acondicionado del cuarto de la nena (en contraste, porque en Tianyarí no había), sentí como si me arropase la misma manta de cuando tenía cinco años y el cuarto entero se llenó de magia.  Con cada palabra que doña Ester ponía en mi lengua y con cada imagen que colocaba en mi mente, leía desbocada a mi hija los versos y cuentos encantadores que nos legó tan extraordinaria mujer puertorriqueña.

Durante estos tres años, mi hija ha recibido la obra de doña Ester como el mejor de los regalos y le leo los cuentos con tantas ganas, que no sé ni cómo explicarles…al punto que cada noche, luego de mi hija dormirse, no puedo parar de leer.  Los leo tanto por ella como por mí.  Y cada noche me los pide, sin fallar:  Mamá, el coquí, la comadre rana, el gallo pelón, perpilirón-perpilirón, mañanita jíbara, el limonero, tan-tan, el grillito, Guaybana…” y ya se sabe algunas rimas de memoria, pues doña Ester escribía precisamente para eso, para que los niños sintiéramos fácilmente y aprendiéramos fácilmente al ritmo de sus versos.  El rostro de mi hija se ilumina cada noche con el brillo de estos tesoros literarios rellenos de joyas poéticas que no sólo inculcan valores positivos, sino también el amor propio, la familia, la naturaleza, y sobre todo, el amor patrio. Y cada noche leo a mi niña y me hago niña otra vez yo…y río y rimo, y siento y recito, y repito y repito, y repito otra vez…¿Sabes tú el cuento del Galló Pelón? Y mi hija contesta solita: ¡Que no, que noooo-ooo!... ¡Otra vez, Mamá!

Me quiero creer que los 4 personajes de Tinayarí en el libro Cajita de Música somos Yani, Belencita, Rafincito y yo.  Pero seguramente somos todos, todos los que correteamos, aprendimos, pintamos, declamamos, cantamos, jugamos, y dormimos con sueños divinos y aromas de hierbas en este Kínder lleno de verdadera alegría infantil, magia e ilusión.

Créanme, no se arrepentirán de comprar esta colección infantil de doña Ester.  Es una inversión para el alma.  A continuación las descripciones de los libros por Ediciones Puerto:

 

Coquí

Coquí

Nada más el nombre Coquí nos evoca la dulce melodía de esta diminuta ranita que tiene su hábitat en Puerto Rico. En este libro, hermosamente ilustrado, no sólo escuchamos el canto nocturno del coquí, sino las melodías de reinitas, zorzales, gorriones, pájaros, ruiseñores que dejan, a través de los poemas, un tenue sonido. Encontramos el batir de alas de mariposas, las acrobacias de lagartijos, un arcoiris, una rana que le aprietan los zapatos, un caballito de trapo y unos maizales que, ante la gran imaginación de la autora, se convierten en niñitas con cabellos color de azafrán. Hay un desfile de imágenes como sólo la escritora Esther Feliciano Mendoza sabe expresar. Nada ante sus ojos pasa desapercibido. Este es un buen libro que, aparte de su disfrute por las ricas imágenes, podríamos utilizarlo para enseñarle a los pequeños y, a los no tan pequeños, el amor por la naturaleza y la necesidad que tenemos de vivir en armonía con la misma.

 

 Ilán-ilán

Ilán Ilán

Es un acertado nombre que da título a esta hermosa obra de literatura infantil. En estos poemas, al igual que la flor del Ilán Ilán, se respira la fragancia de esta flor que tiene forma de campana. Es impresionante como la autora, con una aparente sencillez, nos lleva a través de imágenes sonoras, coloridas, táctiles, olfativas y de movimiento por todo lo que conformaba el mundo del Puerto Rico de ayer y aún el de hoy. Esta nueva edición de la obra de Esther Feliciano nos trae una poesía que siempre estará vigente y que debe servir de modelo para los escritores que están incursionando en el mundo de la literatura infantil. Rica en metáforas y símiles, además de educativa, puede utilizarse en cursos de arte, valores, historia y español, incluso me atrevería recomendarlo para ciencias y ambiente.


 Arco iris

Arco iris

Era una vez un corazón amante de los niños y los pájaros. Ellos le enseñaron a cantar y a vivir. Le dieron la sabiduría de la flor y de la estrella. Lo hicieron feliz..Maduro ya de canciones y de emoción, nos ofrece este libro, donde ha volcado su mar, su cielo, sus pájaros, sus niños, en ofrenda amorosa.

 

Cajita de música

Cajita de Música

Contiene las melodías, el colorido, las sensaciones gustativas y táctiles que enriquecieron a los cuatro niños de Tinayarí. Hoy te la ofrecemos, niño amigo, con la esperanza de que compartas con» ellos el gozo de amar y conocer a estos seres humildes que viven, hoy como mañana, en estos cuentos.


 Nanas de la navidad

Nanas de la Navidad

En esta época en la que se ha perdido el valor real de la navidad estas hermosas nanas reviven el verdadero espíritu de estas fiestas. La autora comienza evocando el nacimiento de Jesús para luego deleitarnos con una nana de año nuevo y más adelante con la de los Reyes Magos. Nanas que expresan una navidad jíbara donde el sonido del coquí, del guiro y del caracol se junta con los sabores de la guayaba, del casabe y de los pasteles y éstos a su vez se contraponen con elementos originarios del lugar del nacimiento de Jesús como lo son: las nueces, los dátiles y las avellanas. Excelente libro para estudiar nuestra cultura y la forma particular de la celebración de la navidad.

 

 Nanas de la adolescencia

Nanas de la adolescencia

En estas hermosas nanas el concepto de nido vacío cobra vigencia. Los hijos cual polluelos, crecen, establecen su ruta y se marchan. Esther Feliciano Mendoza, con la maestría en el uso de las imágenes poéticas que la caracterizan expresa la nostalgia por el niño y la niña que van creciendo y abandonan la niñez. La poeta capta ese lapso en el cual se va rompiendo ese fino hilo que sujeta al joven del adolescente. Para la niña utiliza imágenes que evocan movimiento y voluptuosidad como mares y colinas. Para expresar el cambio físico de la niña a mujer la compara con la amapola encendida haciendo referencia a la amapola roja. Conciente de que los cambios en la llegada de la adolescencia ocurren de manera diferente en el hombre y la mujer, la autora divide el libro en dos partes otorgándole a la niña la primera parte del mismo. Hermoso libro para usarse en los cursos de educación sexual, valores y ciencias sociales.

 

Otros libros de doña Ester son:


Islamar

Es una reimpresión de un importante texto de literatura infantil publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Ester Feliciano Mendoza cultivó este difícil género con singular eficacia y delicadeza y dejó para el disfrute de niños y adultos un tesoro de imágenes sobre nuestra cultura y nuestra naturaleza.

Poemas y cuentos con una estructura pedagógica de fácil acceso, despertarán la curiosidad del niño y facilitarán su aprendizaje. Desde el título nos damos cuenta que la autora tiene la habilidad de traducir nuestro universo cultural en palabras estimulantes y sugerentes. El lector descubrirá con placer que Feliciano Mendoza repetirá esto constantemente porque es una escritora que quiere dialogar con nuestra sensibilidad caribeña.

Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña

http://www.icp.gobierno.pr/editorial/libros/libro_islamar.htm



Ala y Trino

Ester Feliciano Mendoza y Félix Rodríguez Báez

Pájaros de Puerto Rico.  Libro de colorear

La Editorial de la Universidad de Puerto Rico

http://www.laeditorialupr.com/latiendita/p-193-ala-y-trino.aspx 




Ester Feliciano Mendoza


Datos biográficos impresos en la contraportada de sus libros de Ediciones Puerto Infantil:

Los años han transcurrido, y desde su partida en 1987, la voz poética de Ester Feliciano Mendoza ha ido apagándose en las escuelas, en las librerías y en el conocimiento de los adultos jóvenes que desconocen la obra literaria de quien arrulló y orientó a tantos a través de su nanas, cuentos, romances y ensayos.  En sus escritos enarboló al Altísimo la pasión que sentía por la patria, por la familia, por la flora y fauna puertorriqueña.

Ester Feliciano nació en Aguadilla, Puerto Rico el 9 de diciembre de 1917.  La hija mayor de don Antonio Feliciano y Braulia Mendoza aprendió, desde muy temprano, los quehaceres de la maternidad mientras ayudaba en el cuido de sus seis hermanos.  Entre juegos y cantos inició su obra literaria, impulsada por su maestra Engracia Cerezo y por amigos y mentores que la acompañaron a través de su vida, como Carmen A. Cadilla y Enrique Laguerre, entre otros.

Cursó su bachillerato, maestría y doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad de Puerto Rico.  Su obra literaria es amplia y diversa."

 


Una pruebita…

con todo el respeto a la familia y editores:


Y Vino El Coquí

Érase que se era, una isla pequeñita; apenas cuerpo de cordero y alma de pájaro. Dios la puso una mañana en el coy del mar, entre suaves pañales olorosos.

Le dio la ceiba para que la acunara.
 La palma, para que le diera agua y pan.
El flamboyán, para que le entibiara el tierno cuerpecito. 
La bambúa, para que la arrullara.
El yagrumo, porque refresca del sol ardiente. 
La siciliana, para perfumarla...
Y la besó en la frente, y se fue Dios a atender sus elevados quehaceres.

Al llegar la noche, la isla pequeñita y sola, se sintió triste entre los grandes árboles junto a la mar inmensa.

Llamó hacia arriba:
-"Papá Dios, ¿No puede venir alguien a acompañarme de noche?"

El Buen Padre adivinó que ella deseaba una voz amiga, pequeñita como ella; como ella, tierna.

Molió el Supremo Hacedor polen de estrellitas y zumo de cañaverales. Le añadió unos pedacitos de tabonuco, cristalillos de aguaceros y raíces de pacholí.

Lo puso todo en la garganta de un sapo diminuto, y le dijo:
- "Te llamarás Coquí. Serás el compañero fiel de mi isla de Puerto Rico. Todas las noches le llenarás la soledad con tu canto."

- "Coquí, coquí", le dijo el pequeñín, jubiloso. Y de un salto salió de las manos de Papá Dios y cayó en la falda de la isla.

Noche tras noche, en la inmensa soledad del mar y el cielo, el Coquí le canta la nana a su isla de Puerto Rico.

Ester Feliciano Mendoza

5 comentarios:

Luis dijo...

¡Le gustan, pero con la voz de mamá!

Maria Cervoni dijo...

Muy bonito...me llenaste el corazon de muchos recordatorios

Yanira dijo...

Mi hijo Javier recito en su dia de logros de kinder un poema que yo estrene en mi graduacion de Kinder con dona Ester. "Cuando yo llegue a la escuela no sabia ni la o..."

Dona Ester fue una excelente maestra de Kinder sobretodo por el respeto que nos mostraba a todos aunque fueramos ninos. Fue, de verdad, un privilegio estudiar con ella.

Wow, yo no recuerdo aire acondicionado en Tinayari (con acento en la i)

Fe de erratas.
Su hija se llama Yali (con acento en la i; es que no me sale en el bendito teclado).

Mamá Feliz dijo...

Ja, Ja...no..si en Tinayarí no había aire, por eso lo menciono por el contraste con el cuarto de la nena que siempre está friíto...Gracias por la corrección...es verdad...era Yalí...me confundí por Tinanyarí...La nieta que es soprano es la que es Yarí Marie Wiiams, verdad? Tengo algo de confusión...

Mamá Feliz dijo...

Aclaraciones de Yani incorporadas..JA JA!